Señorio de Meirás, Ducado de Franco
Tras haberse otorgado “Carta de sucesión” el pasado 20 de febrero en el titulo de “Duque de Mola, con Grandeza” al descendiente de aquél general, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha solicitado al Gobierno la retirada de los títulos nobiliarios concedidos por Franco, y que fueron bastantes. Prácticamente a todos los jefes, jerifaltes e ideólogos en los que decía sustentar su régimen dictatorial. La lista es muy extensa, pero sigue siendo muy ilustrativa (si se leen las biografías de los ennoblecidos) para conocer las credenciales de quien mediante testamento y sables complices impuso la cosa actual en cuanto a Institución, y a lo “atado” que lo hace perdurar.
Es esa misma Institución la que nada mas acceder al poder coronado que nos fue impuesto, “premió” a quien se lo debía absolutamente todo “ennobleciendo” (¡!) su memoria mediante dos títulos recién creados, o inventados, para la ocasión: el “Señorío de Meirás” (titulo bastante singular porque no llegan a la media docena los históricos “señoríos” existentes, y que en este caso, para más “inri” hace referencia al pazo que la Pardo Bazán se reelaboró y que el pueblo de A Coruña “regaló voluntariamente”, mediante cuotas detraídas de paupérrimos sueldos, al Invicto), y el “Ducado de Franco” que no necesita mayor explicación.
Curiosamente, los de la Memoria Histórica se escandalizan de los títulos concedidos por el dictador, y tienen toda la razón -¡ya está bien!-, pero guardan un sepulcral y respetuosísimo silencio para los dos antedichos y que tienen como objeto único el honrar precisamente a quien encarnó la mas dura y prolongada dictadura en la historia de este país. ¿Tiene eso sentido, deslegitimar, anular y prohibir unos títulos nobiliarios, y mantener los concedidos para honrar la memoria de quien los otorgó?.
Tal vez la razón de ese impresentable contrasentido esté en que el “Señorío de Meirás” y el “Ducado de Franco” son concesión del heredero del dictador, y ante ello la iracundia, la justa indignación se desinfla -¡con la corona hemos dado!-; una actitud que no dice nada bueno del arrojo de tanto vengador y reivindicador de verdades históricas.
¿Alguien puede aún ignorar, o disfrazar, el hecho de que el sucesor del dictador por antonomasia juró en su día toda la normativa legal en la que su patrocinador quería asentar su “legitimidad” en el concierto de las naciones -el pueblo español nada le importaba- y así seguir trampeando y asegurar su continuidad?. Se cumplió el mandato testamentario tanto en el contenido último de la constitución preparada, redactada y promulgada bajo ruido de sables, de los sables herederos o compañeros precisamente de muchos de los destinatarios de los títulos que ahora se pide con toda razón y justicia que se supriman, y que por ellos el heredero impuesto pudo acceder a la situación dispuesta por el dictador.
No se conseguirá la supresión que se pide, por lo que ya hemos dicho, aunque lo de ahora sigue siendo, en espíritu y en la Institución que lo preside, la pura continuidad del régimen abominado, pero ahora bien si se hiciera deberíamos también adherirnos a la propuesta contenida en igual página en la que se incluye la referida información de la petición de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Esta es la propuesta: ya puestos en solicitar la supresión de títulos concedidos por el dictador, ¿por qué razón no hacerlo también con el titulo de rey a quien ocupa la Zarzuela?. La verdad es que la sugerencia es coherente, además de justa y liberadora. Aunque también, para ser efectiva, deberíamos estar en una democracia completa.
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