Un trampantojo (o «trampa ante el ojo», también llamado trompe l'œil , expresión francesa que significa «engañar al ojo»).
Inmersos como estamos en los conflictos político/mafiosos que nos acosan y, sobre todo, en el gravísimo problema económico/laboral, dramático para un numero de familias en cantidad ascendente, nadie se atreve a plantear la nueva cita electoral que tenemos a la vuelta de la esquina, ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO.
Pero, ¿ Qué paso con aquella Constitución que votamos sí, para que los irlandeses franceses y holandeses nos dieran una lección diciendo no y mandando todo al traste?.
Lógico es pensar que un proyecto como aquel no podía desaparecer de la noche a la mañana y, así, Sarkozy, Merkel y alguno más, engendraron lo que se ha dado en llamar Tratado de Lisboa (T.L.)
Algunos denunciamos la maniobra de maquillaje e incluso el agravamiento de dicho Tratado con relación al anterior. Voces que clamaron en el desierto, su Europa no podía arriesgarse a un nuevo fracaso.
Así comenzó el diseño del gran tranpantojo europeo. El nuevo tratado no podía arriesgarse a nuevos referéndums con resultado negativo, pero si se hacía entender que los Parlamentos de los Estados miembros, al haber sido elegidos democráticamente, estos estarían legitimados para decidir al respecto, salvándose así dignamente el principio de subsidiariedad y ahorrando gastos innecesarios que siempre conlleva la consulta a la ciudadanía. Solo un caso de excepción, Irlanda, cuya Constitución hace obligatoria la consulta popular, este aparente pequeño escollo, tendrá consecuencias graves para la consecución del Tratado.
Las declaraciones de los propios comisarios respecto al nuevo texto, desviaron la atención con temas concretos, por ejemplo los relativos a la Agencia Europea de Defensa -“implementar cualquier medio necesario para fortalecer la base industrial y tecnológica del sector de Defensa”-, exponiendo la necesidad de un mayor desarrollo de la industria bélica a semejanza de EE.UU, para el resurgimiento de la economía; dada la sensibilidad de la ciudadanía respecto a las intervenciones armadas, esto daba carnaza suficiente para mantener a las fieras entretenidas.
Mientras tanto, también en Lisboa, y encarando una crisis ya explosiva, se reunían la gran patronal europea, Business Europe, UEPME y CEEP, con la confederación sindical CES y representantes de la UE. Se trata ni más ni menos de plantear a nivel europeo una nueva política laboral.
La política económica y laboral de la UE, hasta el Tratado de Lisboa se había basado en la macroeconomía, teoría de Keynes que sirvió para salir a flote de la gran depresión, con las inversiones gubernamentales y el incentivar el consumo como motor económico de crecimiento. Cuando en Diciembre de 2008 se dio por aceptado y a trámite de aprobación el T.L. el globo de una economía artificial ya había explosionado, pero con antelación se había iniciado por los miembros de la Comisión europea un proyecto basado en teorías arrumbadas hasta entonces, las de Schumpeter, el concepto descriptivo DESTRUCCION CREATIVA. Según este concepto, las fuerzas perfectamente equilibradas dan como resultado un movimiento neto de cero y al no haber movimiento, tampoco hay crecimiento, por tanto hay que destruir para crecer.
Ante esta nueva visión del desarrollo económico, se denunció una mínima oposición de la confederación sindical, terminando por aceptar la propuesta y a los europeos se nos volvía a mostrar una imagen falsa de acuerdos aceptados para defensa de los trabajadores con el cuño de la nueva palabra en el argot laboral: FLEXISEGURIDAD. Otro trampantojo.
Basándose en la experiencia danesa, la flexiseguridad sirve para una flexibilidad en los puestos de trabajo bajo la tutela protectora de un buen subsidio de paro que permita el reciclaje de los trabajadores perfeccionando sus conocimientos y permitiendo su nueva incorporación a un puesto laboral de técnicas más avanzadas, necesarias para el resurgir económico, (destruir puesto de trabajo para preparar otro de mayor técnica y especialidad). Esto sería perfecto, si no fuera porque su lectura real se convierte en “FLEXI-INSEGURIDAD”. Se aboca al aumento de jornada laboral, (ya aprobada la de 60 o incluso 65 horas semanales), a la congelación salarial, a los ERE’s, …Es decir se carga sobre los trabajadores el resurgir de unas empresas respaldadas económicamente muchas veces por fondos gubernamentales. Esta píldora fue tragada por los sindicatos, ¿podemos seguir considerándolos representantes y defensores reales de los trabajadores?
¿Y cuantas sorpresas más nos guarda el T.L.? Con un texto que hasta los especialistas definen como críptico, nos entraremos en lo más destacable. La Carta de Derechos Fundamentales no se incluye, pero se declara vinculante (a excepción de Gran Bretaña, que no asume ingerencias en temas jurisdicionales), pero incorpora una serie de Anexos a dicha Carta francamente preocupantes, un ejemplo: párrafo 3-a artículo 2 del anexo 12: “la muerte no es considerada como inflingida en violación de este artículo….en los casos…para reprimir, conforme a la ley, un disturbio o una insurrección”. Esta es solo una pequeña muestra, ¿acaso una huelga general se puede considerar disturbio o insurrección?. Sin comentarios.
Y con este panorama nos enfrentamos a las elecciones Parlamentarias. ¿Para qué?. Sí, es cierto que con el T.L. se ha dotado de mayor función al Parlamento en tareas legislativas (aprobación de legislación propuesta por la Comisión) y presupuestarias, pero a nadie se le escapa la falta de empuje de los parlamentarios europeos a la hora de defender algo más que su escaño y las directrices partidistas. Pero, ¿ está ahí, en el Parlamento, la vía de salvación?.
Según el T.L., la solicitud de por de un millón de europeos de una modificación legislativa es posible, vía parlamentaria. Es por tanto importantísimo el desbloqueo bipartidista del Parlamento, hay que abrir nuevas vías de decisión y saber que es imprescindible un voto no rutinario sino en este caso sí, útil.
Pero todo esto no es más que EL GRAN TRANPANTOJO. Porque mientras que el T.L. no entre en vigor, las próximas elecciones se regirán por el sistema antiguo, encontrándonos con que los cuatro nuevos parlamentarios que nos tocan en suerte, no tendrán escaño y pasaran a acometer “funciones varias” mientras la silla se prepara. Y ahí esta Irlanda, piedra en el zapato europeista, como lo fueron en principio Chekia y Polonia, que después de un tira y afloja parlamentario, consiguieron de la UE aquellos flecos que el T.L. había dejado en su contra.
La realidad es que nada entrara en vigor hasta que Irlanda diga SI, pese a la indignación europeista, como quedó claro con los despectivos comentarios de miembros del gobierno alemán arrojados al pueblo irlandés, (“si una minoría inculta se cree con derecho a decidir por toda Europa, patada y fuera”, fueron las delicias teutonas más o menos). Y aun con el sí, hasta el 2014 no quedará plenamente en vigor, pero, si a estas alturas las exigencias de polacos, ingleses y checos ya han sido motivo de variaciones, ¿Qué podemos esperar en un periodo tan largo?.
España asumira la presidencia en el primer semestre del 2010, ¿podemos esperar un giro en la interpretación del Texto?, ¿estaremos en situación de dirigir la trayectoria europea o seguiremos enfangados en los trapicheos nacionales?.
Lo que realmente nos lleva a este pequeño análisis, es el convencimiento de que no podemos luchar contra lo desconocido, que la política europea hasta la fecha, ha destruido el entramado de nuestra economía, que la realidad social es algo más que una teoria, que necesitamos política social real, decidida por y para el ciudadano y no por y para sus políticos, títeres de los grandes poderes económicos, grupos insolidarios, elitistas y explotadores de una población mundial que en vías agónicas no tiene ni tan siquiera posibilidad de recuperación sin su visto bueno.
Tenemos la obligación de saber y decidir en nuestro nombre y en el de los sin voz. Europa no es ni debe ser €uropa.
Delia Tejedor.
Partido Carlista de Madrid
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