Los que nacimos a mediados del siglo pasado, recordamos con facilidad las clases de teórica en la mili sobre táctica básica, el -a donde, por donde, como y cuando-, preguntas elementales de sentido común que desde el conocimiento claro de nuestra situación, debíamos plantearnos y contestar satisfactoriamente antes de iniciar cualquier maniobra o movimiento , pero que son extrapolables y sirven igual en todos los campos y momentos.
Pues bien, utilizando aquel rudimentario sistema, vamos a intentar explicarnos el porqué de nuestras propuestas federativas y confederales.
¿Dónde nos encontramos, de dónde venimos, como hemos llegado aquí?:
Durante siglos, la acción conquistadora de algunos reinos y el sentido imperial de la historia, se fue extendiendo por nuestra península contra las libertades y los derechos, la soberanía y los Fueros, de Las Españas, los distintos Pueblos de nuestra comunidad; pudiendo resumir como hechos mas significativos de ese período, las afrentas a las Comunidades de Castilla, La taimada conquista militar del Reino de Navarra y su posterior reducción a provincia incumpliendo el derecho internacional y las leyes de conquista, al igual que con el de Granada; los decretos de Nueva Planta que acabaron con la soberanía de los Pueblos de la Corona de Aragón; la imposición de la Constitución de 1812 y su nueva y artificial nacionalidad; la roturación provincial; la abolición de los Fueros en Euskal Herria. Hechos estos, que dieron lugar a la guerra de las Comunidades, la del Reino de Navarra, las tres guerras carlistas, el nacimiento de los nacionalismos periféricos, el cantonalismo y el sitio de Cartagena, la “Semana Trágica”, y un sinfín de descontentos y altercados durante siglos, que han acabado resultando que por esos motivos y por muchos otros más, hoy haya millones de votantes que democráticamente reclaman la soberanía de sus pueblos (Catalunya, Galiza, Euskadi, Valencia, Canarias, Andalucía, etc) y que también hayan surgido diversos grupos terroristas pretendiendo sustentarse en los mismos. Soberanistas, unos, que votan para exigir el ejercicio de sus DDHHCCPP, mantener su cultura, decidir su futuro y administrar sus recursos, y otros, con el ya manifiesto fin de lograr la independencia para romper con un actual Estado Español que dicen sentir que se les impone, les avasalla, o cuando menos les cepilla, sus decisiones soberanas y las de sus Parlamentos. Habiendo perdido cualquier esperanza de entendimiento con quienes, en dictaduras, repúblicas o monarquías, desde gobiernos de izquierda o de derechas, han preferido siempre cualquier alternativa, por mala que fuere, antes que reconocerles sus derechos, por considerar que rompen la unidad “sagrada” de su España UNA.
Pero…¿a donde vamos?
Vamos, estamos ya, en una situación enquistada, de claro enfrentamiento político del Estado en varias Autonomías, con sus mayorías y sus instituciones democráticas, mas allá del posicionamiento político a la derecha o a la izquierda, de uno u otras, aunque algunos, por su antigüedad, o por encontrarse en el lado de los que la imponen, tengan imposibilidad de detectarla, considerándola parte de la normalidad. Situación que no se soluciona y se agrava, pues cada vez se exige con más fuerza el ejercicio del derecho democrático a la autodeterminación, sin que nadie trabaje para que se les pueda dar una justa satisfacción ni se prepare un escenario donde quepamos todos y todos podamos tener interés en participar y convivir justa y solidariamente.
Asistimos a un constante ataque a los Pueblos, por parte del sistema centralista autonomista, y de su bipartidismo; a sus idiomas y culturas (en Catalunya y en Euskal Herria, etc.), que es penalizado y puesto en evidencia incluso por Europa. No se atienden las solicitudes democráticas de su sociedad ni de sus Parlamentos (Consulta Vasca, Estatut Catalá),y la juventud en particular, cada vez tiene menos confianza en el entendimiento y la convivencia, optando por la radicalidad y la independencia. Provocando casos lógicos de respuesta pendular.
¿Hacia donde quisiéramos ir los carlistas y no carlistas andaluces, aragoneses, castellanos, catalanes, asturianos, extremeños, gallegos, gibraltareños, leoneses, montañeses, navarros/vascos, riojanos, valencianos, canarios, murcianos, portugueses, africanos, etc?
Para nosotros lo más importante somos las personas y sus libertades, tanto individuales como colectivas, tanto políticas como económicas, pues somos seres sociales. Buscamos verdadera democracia participativa y autogestionaria , que facilite una convivencia pacifica y solidaria .
Reconocemos que inevitablemente formamos parte de una realidad peninsular, geográfica , y también histórica durante muchos años, aunque de Pueblos distintos, con Derechos y culturas diferentes, en la que ,mientras se respetaron sus instituciones privativas, sus Fueros y libertades, pudieron, mejor que peor, convivir y compartir voluntariamente grandes empresas. Y luchamos por restablecer libre, voluntaria y democráticamente esa convivencia, o cuando menos por que se recuperen las condiciones de interés y respeto mutuo en que ésta pueda volver a darse.
Por donde, como, cuando, ¿y cómo podemos hacer esto hoy ?
Esta claro que todos quisiéramos una formula sencilla y fácil, pero el problema es grave, arraigado y complejo, como sus consecuencias, y su solución, sin duda, exige serios esfuerzos e implica riesgos. Pero no hay otra salida –democrática-, si queremos buscarle un punto final , que el acuerdo de los Pueblos a través de sus organizaciones políticas y sociales en una “Conferencia de Las Españas”, como apuntaba nuestro querido compañero José Ángel, q.e.p.d., y la modificación o derogación de la constitución vigente, para que se pueda ejercitar el derecho de autodeterminación, y cada Pueblo pueda decidir con libertad y sin imposiciones, si quiere seguir como está, o pasar, o no, a formar parte de la nueva comunidad que se pueda crear y en su caso, de que manera. Y es en este preciso punto donde nos debemos situar, para entender y valorar nuestra oferta confederal, que además de ser la que mas se asimila al sistema foral (genuino y tradicional de nuestros Pueblos y abanderado por el carlismo), es la única que garantiza en todo momento la libertad de sus componentes y no impide otros parciales y distintos tipos de unión, ni su evolución hacia nexos tan fuertes como en cada momento sean decididos por sus integrantes.
No debemos olvidar que son innumerables los intereses cruzados que en todos los campos venimos compartiendo sin darnos cuenta, por mucho que nos neguemos a verlos hasta que se nos fuerza a enfrentarnos a la posibilidad de perderlos .Nadie busca la ruina ni el perjuicio ni para si ni para los suyos, salvo cuando ve amenazada su libertad y su dignidad, por las que antes que después todos estamos dispuestos a dar o perderlo todo.
Es evidente y la experiencia así nos lo demuestra, que cualquier sistema unitario y centralizado, resultará en una apabullante mayoría demográfica o de comunidades castellano parlantes, que pronto o tarde, tienden a imponerse sobre las que no lo son y por eso precisamente es que hay que buscar mecanismos como los confederales que puedan evitarlo. Sin olvidarnos que además son el método más eficaz para facilitar la rápida y voluntaria evolución hacia nexos mas fuertes.
Quizás, como en el matrimonio, solo la libertad, la posibilidad de la indeseable ruptura y divorcio, asegura su autenticidad, por lo que hay que intentar evitar por todos los medios que se llegue a esos extremos, pero una vez allí, siempre es mejor esa solución que la mala o estéril, por forzada, convivencia, siempre abocada al enfrentamiento.
Pues bien, utilizando aquel rudimentario sistema, vamos a intentar explicarnos el porqué de nuestras propuestas federativas y confederales.
¿Dónde nos encontramos, de dónde venimos, como hemos llegado aquí?:
Durante siglos, la acción conquistadora de algunos reinos y el sentido imperial de la historia, se fue extendiendo por nuestra península contra las libertades y los derechos, la soberanía y los Fueros, de Las Españas, los distintos Pueblos de nuestra comunidad; pudiendo resumir como hechos mas significativos de ese período, las afrentas a las Comunidades de Castilla, La taimada conquista militar del Reino de Navarra y su posterior reducción a provincia incumpliendo el derecho internacional y las leyes de conquista, al igual que con el de Granada; los decretos de Nueva Planta que acabaron con la soberanía de los Pueblos de la Corona de Aragón; la imposición de la Constitución de 1812 y su nueva y artificial nacionalidad; la roturación provincial; la abolición de los Fueros en Euskal Herria. Hechos estos, que dieron lugar a la guerra de las Comunidades, la del Reino de Navarra, las tres guerras carlistas, el nacimiento de los nacionalismos periféricos, el cantonalismo y el sitio de Cartagena, la “Semana Trágica”, y un sinfín de descontentos y altercados durante siglos, que han acabado resultando que por esos motivos y por muchos otros más, hoy haya millones de votantes que democráticamente reclaman la soberanía de sus pueblos (Catalunya, Galiza, Euskadi, Valencia, Canarias, Andalucía, etc) y que también hayan surgido diversos grupos terroristas pretendiendo sustentarse en los mismos. Soberanistas, unos, que votan para exigir el ejercicio de sus DDHHCCPP, mantener su cultura, decidir su futuro y administrar sus recursos, y otros, con el ya manifiesto fin de lograr la independencia para romper con un actual Estado Español que dicen sentir que se les impone, les avasalla, o cuando menos les cepilla, sus decisiones soberanas y las de sus Parlamentos. Habiendo perdido cualquier esperanza de entendimiento con quienes, en dictaduras, repúblicas o monarquías, desde gobiernos de izquierda o de derechas, han preferido siempre cualquier alternativa, por mala que fuere, antes que reconocerles sus derechos, por considerar que rompen la unidad “sagrada” de su España UNA.
Pero…¿a donde vamos?
Vamos, estamos ya, en una situación enquistada, de claro enfrentamiento político del Estado en varias Autonomías, con sus mayorías y sus instituciones democráticas, mas allá del posicionamiento político a la derecha o a la izquierda, de uno u otras, aunque algunos, por su antigüedad, o por encontrarse en el lado de los que la imponen, tengan imposibilidad de detectarla, considerándola parte de la normalidad. Situación que no se soluciona y se agrava, pues cada vez se exige con más fuerza el ejercicio del derecho democrático a la autodeterminación, sin que nadie trabaje para que se les pueda dar una justa satisfacción ni se prepare un escenario donde quepamos todos y todos podamos tener interés en participar y convivir justa y solidariamente.
Asistimos a un constante ataque a los Pueblos, por parte del sistema centralista autonomista, y de su bipartidismo; a sus idiomas y culturas (en Catalunya y en Euskal Herria, etc.), que es penalizado y puesto en evidencia incluso por Europa. No se atienden las solicitudes democráticas de su sociedad ni de sus Parlamentos (Consulta Vasca, Estatut Catalá),y la juventud en particular, cada vez tiene menos confianza en el entendimiento y la convivencia, optando por la radicalidad y la independencia. Provocando casos lógicos de respuesta pendular.
¿Hacia donde quisiéramos ir los carlistas y no carlistas andaluces, aragoneses, castellanos, catalanes, asturianos, extremeños, gallegos, gibraltareños, leoneses, montañeses, navarros/vascos, riojanos, valencianos, canarios, murcianos, portugueses, africanos, etc?
Para nosotros lo más importante somos las personas y sus libertades, tanto individuales como colectivas, tanto políticas como económicas, pues somos seres sociales. Buscamos verdadera democracia participativa y autogestionaria , que facilite una convivencia pacifica y solidaria .
Reconocemos que inevitablemente formamos parte de una realidad peninsular, geográfica , y también histórica durante muchos años, aunque de Pueblos distintos, con Derechos y culturas diferentes, en la que ,mientras se respetaron sus instituciones privativas, sus Fueros y libertades, pudieron, mejor que peor, convivir y compartir voluntariamente grandes empresas. Y luchamos por restablecer libre, voluntaria y democráticamente esa convivencia, o cuando menos por que se recuperen las condiciones de interés y respeto mutuo en que ésta pueda volver a darse.
Por donde, como, cuando, ¿y cómo podemos hacer esto hoy ?
Esta claro que todos quisiéramos una formula sencilla y fácil, pero el problema es grave, arraigado y complejo, como sus consecuencias, y su solución, sin duda, exige serios esfuerzos e implica riesgos. Pero no hay otra salida –democrática-, si queremos buscarle un punto final , que el acuerdo de los Pueblos a través de sus organizaciones políticas y sociales en una “Conferencia de Las Españas”, como apuntaba nuestro querido compañero José Ángel, q.e.p.d., y la modificación o derogación de la constitución vigente, para que se pueda ejercitar el derecho de autodeterminación, y cada Pueblo pueda decidir con libertad y sin imposiciones, si quiere seguir como está, o pasar, o no, a formar parte de la nueva comunidad que se pueda crear y en su caso, de que manera. Y es en este preciso punto donde nos debemos situar, para entender y valorar nuestra oferta confederal, que además de ser la que mas se asimila al sistema foral (genuino y tradicional de nuestros Pueblos y abanderado por el carlismo), es la única que garantiza en todo momento la libertad de sus componentes y no impide otros parciales y distintos tipos de unión, ni su evolución hacia nexos tan fuertes como en cada momento sean decididos por sus integrantes.
No debemos olvidar que son innumerables los intereses cruzados que en todos los campos venimos compartiendo sin darnos cuenta, por mucho que nos neguemos a verlos hasta que se nos fuerza a enfrentarnos a la posibilidad de perderlos .Nadie busca la ruina ni el perjuicio ni para si ni para los suyos, salvo cuando ve amenazada su libertad y su dignidad, por las que antes que después todos estamos dispuestos a dar o perderlo todo.
Es evidente y la experiencia así nos lo demuestra, que cualquier sistema unitario y centralizado, resultará en una apabullante mayoría demográfica o de comunidades castellano parlantes, que pronto o tarde, tienden a imponerse sobre las que no lo son y por eso precisamente es que hay que buscar mecanismos como los confederales que puedan evitarlo. Sin olvidarnos que además son el método más eficaz para facilitar la rápida y voluntaria evolución hacia nexos mas fuertes.
Quizás, como en el matrimonio, solo la libertad, la posibilidad de la indeseable ruptura y divorcio, asegura su autenticidad, por lo que hay que intentar evitar por todos los medios que se llegue a esos extremos, pero una vez allí, siempre es mejor esa solución que la mala o estéril, por forzada, convivencia, siempre abocada al enfrentamiento.
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