Uno de los mayores defectos, sino el máximo, de la llamada democracia española no es la corrupción general e impune entre los grandes partidos políticos, tanto en lo referente a su financiación como la moralidad del robo, imperante en una parte de sus militantes representativos. Hay algo peor que eso. Es la falta de respeto al otro.
¿Quién es el Otro en nuestra democracia? El es alguien distinto. De distinta ideología o voto para empezar. Solo por eso nuestros incivilizados compatriotas se consideran enemigos entre si, a tal punto que hacen inviables en nuestro país cualquier tipo de alianzas políticas preelectorales, salvo que la afinidad sea casi identidad. Las bases de militantes y sobre todo los votantes lo considerarían una autentica traición, perfecta muestra de la falta de madurez democrática de los españoles sin distinción de ideologías. Después de las elecciones ya se vera, pero nuestra voracidad y ambición por conseguir la mayoría absoluta impìde de hecho la paz política, sigue imperando el navajeo y el sectarismo mas descarado a derecha e izquierda. En realidad los partidos minoritarios no nacionalistas hace tiempo que habrían podido tener representación parlamentaria pero la jaula de grillos que son lo impide eternamente. Todos son protagonistas, todos quieren ganar solos y así todos son derrotados en multitud. El sentido de la traición si se dan alianzas preelectorales lo asegura.
Resulta que nuestros indignos, pero dignos de nuestro talante, representantes son incapaces de reconocer un solo acierto al contrario sino es para zaherirle y atacarle. Aquí el fair play no se conoce ni traducido, eso si, a ninguna, absolutamente ninguna de las lenguas que oprimen o son oprimidas. El otro por definición es un enemigo a destruir per se. La falta de visión a largo plazo hace que se consigan a veces mayorías ¿Y luego que? Pues se disfruta del poder todo lo que se pueda, los delincuentes roban, en medio de la alegría de una oposición que oculta sus propias vergüenzas y luego el pueblo cansado vota otra cosa. Y si la permanencia ha sido larga, caso vasco y en su día andaluz, el asunto se convierte en autenticas tragedias, seguidas de la destrucción de toneladas de documentos comprometedores que jamás debieron existir.
Todos los partidos se tienen por únicos y elegidos para la victoria alguna vez. Raros son los que trabajan desde la oposición, porque hacer oposición, digan lo que digan micrófonos mentirosos no es trabajar por los ciudadanos, sino afanarse por conquistar un asiento caliente en las cámaras. Dicen los agoreros que para trabajar hay que tener poder (y si no no trabajan mas que para conseguirlo), lo dicen los dos grandes y muchos mas. Y no es cierto, para trabajar como para salir de la crisis económica actual solo se necesitan brazos e imaginación y desgraciadamente lo segundo no tiene grandes cosechas.
¿Qué hace falta un ayuntamiento y su control para trabajar por el pueblo? Ese ha sido siempre el argumento de los inútiles de sillón. ¿Qué hace falta mucho dinero? . En absoluto, lo que hace falta es la imaginación para presentar nuevos proyectos que sean algo mas que piedras y mas dinero. ¿Por qué no ocurre así? No existe apenas en los partidos una conciencia genuina y una autocrítica positiva que permita avanzar si no es pisando el cráneo del adversario. Al otro ni agua no importa que lo haga bien, nuestra estrategia es que todo lo hace mal y si lo hiciera bien ya lo presentaremos como lo contrario. Dicen que eso es hacer política. ¿Respeto? Hasta la Mafia tiene mas respeto entre sus jefes rivales por crueles que sean que ciertos políticos asiduos del micro y la celebración. Terminadas las elecciones todos han ganado. Luego, a puerta cerrada, ya se buscarán cabezas que no sean las propias
Una sociedad auténticamente democrática, la española no lo es ni quiere serlo, es la que reconoce a todo el mundo sus aciertos y critica los errores propios en público. ¿Qué hacemos ante ese desastre? La receta es sencilla, usar la imaginación y compartir proyectos con otros respetando a los de mas allá. Vivimos en un país en que la gente va pregonando o filtrando lo que por convicción o ley debería de callar. Eso no es serio pero ¿Cuándo ha sido este país serio? Vamos a pensar…
JAUREGUIZAR
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