Mario Gallego Conde
Tenía el andar valleinclanesco. Toda Pontevedra se descubría a su paso en la hermosa ciudad de la Peregrina. Era un carlista a la vieja usanza. Cuando no se ponía la boina bermeja, llevaba una negra. Como negros fueron sus años de muy joven cuando combatió voluntario en un millar de frentes. Siempre a las ordenes del “viejo Rey” Don Javier, a quien cono ció personalmente y ayudó a pasar al vecino Portugal para que su Rey estuviera al lado de la dinastía de los Braganza, familiares suyos.
“Visitó” las cárceles franquistas, pues Mario Gallego Conde, no se rindió jamás al fascismo, que otro gallego de O Ferrol implantara y traicionara a los millares de requetés que generosamente tuvieron en el 36 por cimera la boina bermeja y la Cruz por Blasón.
Me honré –como no podía ser de otra manera- con su amistad, yo un joven carlino y él toda una referencia de nuestra Causa. Y cuando el Régimen “ablando” hacia nosotros, abrió un Círculo en la calle Michelena pontevedresa a donde fuimos los carlistas de toda Galicia. Decir Mario Gallego Conde, era decir Carlismo, en la hermosa ciudad de nuestra Galicia irredenta.
Ahora, con noventa y dos años, se nos ha ido el bienquerido Mario, espejo de caballeros, como los que tan bien dejara escrito don Ramón María del valle-Inclán. Y se ha ido un referente, pero nos ha dejado en uno de sus hijos -Mario Gallego Rey- la semilla que él supo cultivar a través a través de los años. Un hijo: carlino, intelectual, integro, que sabe plasmar en estas páginas de El Federal, toda la historia del carlismo gallego que conoce como nadie.
Mario Gallego Conde, el carlista incorruptible y bueno, estará, ahora, al lado de su Virgen Peregrina. Allá donde solo van los justos. Descansé en paz. M. R. N.
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