Ni es la primera ni, con toda seguridad, va a ser la última vez que nos tengamos que referir a lo que nos cuesta el monárquico capricho franquista.
En nuestro número anterior nos referíamos una vez mas al tema, bajo el titular de “Tronío viene de Trono” y cerrábamos el comentario con un dicho similar al muy castellano de “¡Toca Simón que la villa paga!”
Controlar, que existan cuentas claras, como en cualquier organismo del Estado, respecto de los gastos de la “Casa Real”, esa es la aspiración y la reiterada petición que se hace y que siempre queda bloqueada en el Parlamento mediante subterfugios, y compadreos. Si las cosas son claras como una mañana de primavera ¿qué problema hay para su entero y verdadero control parlamentario?. Esa es la pregunta que nadie responde, burlando una “soberanía popular” que con tanto ardor tienen siempre en la boca los políticos profesionales de este país, y a la que no deberían temer si es que de veras todo es como debiera de ser.
Ahora escribimos bajo el titular, que nos tememos inacabable mientras permanezca la “institución” del “Suma y sigue”. Ya quedó establecido que pese a los vericuetos informativos, y a las triquiñuelas contables de múltiples partidas adjudicadas a todo el abanico ministerial, cada día queda mas evidenciado que no es cierto que el complejo y ocupantes de Zarzuela, Marivent y otras residencias anexas o disimuladas cuesten al contribuyente la ya escandalosa friolera de 8,29 millones de euros como oficialmente figura en los presupuestos del Estado, sino 25 millones de igual moneda.
Suponíamos que habría mas flecos disimulados entre los pliegues de los reales mantos, y así ha sido. ¿Lo último?, pues lo referido a las tradicionales aficiones cinegéticas de la “Casa Real” que por mor del prestigio de la “corona” se mantienen desde los oscuros tiempos de la altísima Edad Media –¿se recuerda lo de Don Fabíla y el oso?- y que por conservar la dignidad de la institución, que debe ser lo mismo que defender la dignidad de España (¿!?), cultiva asiduamente tanto en dehesas extremeñas, fincas manchegas o allende los Urales quien fue impuesto por el dictador. Cosa que hacen muchos miles de ciudadanos por su cuenta y riesgo, es decir a cuenta de su bolsillo y a riesgo de su patrimonio particular, pero que en el caso de los de la institución por antonomasia, lo es a cuenta y por cuenta de los ciudadanos como trabajadores y contribuyentes, y es por eso que nos importa.
Todo este introito viene a propósito de los dineros que pagamos en razón a lo de “tirar perdices” y matar “marranos” (eso que se sepa) en esta península por el ostentador actual de
El tema se ha hecho público con motivo de la manifestación celebrada en Madrid el pasado febrero por los cazadores de toda España contra la ley del ministerio contra la caza con plomo. Por cierto, en esta ocasión, el actual Jefe del Estado, cuya boca ha permanecido callada para otros temas como, por ejemplo, la enseñanza, o la intervención en Irak, y que sigue sin decir nada en cuanto al empleo, los accidentes de trabajo, la sanidad o la vivienda, en la ocasión que comentamos se interesó ante la ministra Carbona profundamente preocupado por tal ley que puede afectar a una de su aficiones favoritas. En
Poco a poco se van conociendo cosas de esta familia que obligatoriamente mantenemos entre todos, y cual es el importe de esa obligación que en 1975 se nos impuso por los albaceas testamentarios del dictador. Suma y sigue.