No importa, lo hemos repetido y lo seguiremos repitiendo: es vergonzosa la actitud de la derecha española (derecha = PP/PSOE) respecto a su patriotismo servil y de conveniencia.
Son los incombustibles patriotas “comepatrias” de banderola en ristre que en cuadrilla te restriegan su españolismo mayoritariamente bicolor, pero a los que nada les impide doblar la espalda ante el sajón o germano que, porque paga, te impone su sistema, su degradación si llega el caso y su lengua.
Ya cuando Fraga era ministro –“Spain is diferent” era el santo y seña de aquella España de emigrantes y leyes represoras- a los extranjeros, a cambio de marcos, libras o dólares, se les permitía servilmente lo que a los nacionales se les prohibia: primero “bikinis”, después porno y hasta ojos dislocados ante la droga. Mientras, los ciudadanos de por aquí tenían que marchar al resto de Europa a ganarse la vida que no encontraban en su tierra para trabajar como emigrantes, o para ver un “ultimo tango en Paris” en Perpinyá . ¡Hasta logias masónicas, para extranjeros solo, eran autorizadas en la imperial España de Franco del “Tribunal para la represión del Comunismo y
Ahora seguimos igual. Al menos en cuanto a servilismo de los cruzados de
Pero se mantiene ese patriotismo, aún mayor si cabe. Los gallegos, los vascos, los catalanes tienen la culpa de que España haya de ser defendida con mayor ardor que nunca: los naturales de tales “regiones” reivindican sus derechos y defienden su dignidad, pero lo malo es que lo hacen legalmente, y así es difícil combatirlos. Ante tal peligro los “comepatrias” han redoblado su patriotismo y se niegan a aceptar que en Catalunya, por ejemplo, además de llamar a una tienda botiga lo escriban con un cartel encima de su puerta, o que los niños aprendan la lengua en que desde el siglo IX se han escrito la inmensa mayoría de los documentos del mejor archivo civil del mundo.
Sin embargo tales portaestandartes de la enseña patria son prácticos y como, por encima de todo, está el hacer progresar a la patria común a costa de lo que sea, los mismos que con santa indignación protestan contra el catalán en les botigues, permiten, promueven y patrocinan que barrios o pueblos enteros estén rotulados en inglés o en alemán, y eso en el sagrado territorio del Reino de España.
Este verano se ha vuelto a repetir el espectáculo de bares a los que había que acudir con interprete, pero es que antes, cuando las elecciones municipales de mayo, ¡hasta los carteles de las candidaturas estaban en inglés!.
“¡Como se atreve hablarme en catalán!, ¡en cristiano, in english please”.
Estos “comepatrias” que con tanta razón defienden “su” privativa patria, son los mismos que se emocionan cuando los soldados del ejercito, al que ellos tan valientes y patriotas se niegan a servir, gritan ¡Viva España! con acento sudamericano. No todo ha de ser perfecto.
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