¿Alguien fuera de Catalunya recuerda aún lo de la “Paz de los Pirineos”?, eso fue en el reinado de Felipe IV, y a los catalanes les robaron una parte muy importante de su tierra, el Rossellò. Tanto y tanto hablar del Tratado de Utrecht en el que, Gibraltar -5 kilómetros de la península- pasaron a manos británicas, y nadie de la vergüenza de esa entrega por la corona española de un territorio de aquella envergadura, de lengua catalana -¿vendrá de ahí el “olvido”?- sin contar para nada con sus habitantes, como quien vende un inmueble a una inmobiliaria con sus viejecitos dentro.
Viene esto como entrada obligada respecto a la digna de pueblo inferior política exterior española de siempre. Y destacamos el siempre poniéndonos la venda antes de la pedrada porque, inevitablemente, alguien de la oposición mayoritaria a lo que ha salido triunfante en las urnas puede de inmediato achacar a Zapatero lo actual y hasta lo de Rocroi. No, ese desastre ha sido de siempre, ¿recordamos el Congreso de Viena? y ya para qué decir el Tratado de Paris, o el reparto de Marruecos, o lo de Ifni tras centenares de muertos, o lo del Sahara…, y la guinda esperpéntica de un ridículo Aznar metiendo al “Reino de España” en una invasión con la importante participación de 700 hombres (aunque bien pensado ¿podemos aportar mas?), lo que hizo que el mando aliado nos adjudicara el control del contingente de El Salvador (lo que motivó el “¡Viva Honduras!”, que seguro recuerdan).
Ahora acabamos de vivir otro capitulo mas de esa inacabable historia. Es lo de la reunión de
Cuando se anunció la reunión en Bucarest, el triste aparato de fontaneria de Zapatero se apresuró a anunciar una entrevista con su jefe, pedida (?), según estentoreamente proclamaron, por el mismisimo Bush. ¿Era verdad?, mejor es pensar que no, porque si después no la ha habido, el “vacile” de
Pero a la mañana siguiente de la reunión nos llevamos una gran alegría resumida en una foto: en la convocatoria de Bucarest, un Bush de espaldas se veía asaltado por un bochornoso enjambre de mandatarios de los gobiernos asistentes al encuentro que babeantes le pasaban la mano por el lomo en una escena de servilismo difícilmente repetible, y en primer plano de tal fotografía se podía ver a un Presidente del Gobierno del Reino de España (no sabemos si lo volveremos a decir con tanta satisfacción) que ajeno a aquella vergüenza, aparecía –él solo- leyendo impertérrito unos papeles, y eso después de haber dicho no a Bush (esperemos que de verdad), respecto al incremento de tropas en Afganistán. La derechona del PP, en sus medios habituales, lo presentó como algo humillante, y hasta la prensa cercana al aparato monclovia pasó de puntillas y lo despachó con comentarios “explicativos” de tal soledad. Sin embargo el hecho era muy distinto, Zapatero podía haberse ido al bar a tomarse un “cafelito” o a los lavabos, pero no, estuvo donde debía estar, con absoluta Dignidad, una palabra que mas de uno debería consultar en el diccionario para conocer su significado.
En esta ocasión, ¡enhorabuena, Sr. Presidente!, y un consejo: envie a Moratinos a
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