Desde hace muchos años en países cuyo sentido de la democracia y cuidadoso respeto a la democracia esta fuera de toda duda, en sin ir mas lejos Suecia, determinadas conductas en el tráfico con resultado lesivo para las personas son motivo de penas con privación de la libertad (cárcel). En España, por el contrario, siempre ha sido muy reducido, mínimo, el número de situaciones con tal resultado punitivo, y es mas, hasta es excepcional que en los procedimientos menores, los penalmente conocidos como “faltas”, se haya de entregar el carné de conducir, perdida que solo es inexcusable en las condenas por comisión de delito.
¿Cuál es la razón de tanta benignidad?, pues que a lo que ha quedado reducida la controversia judicial en tales procedimientos menores es a la cuestión indemnizatoria, razón por la que el autor de un ilícito penal menor solo se ve afectado directamente por una multa nada importante en tanto en cuanto que la compañía aseguradora de su vehículo no haya llegado a un acuerdo respecto a la indemnización, que si se alcanza tal transacción ni tan siquiera se celebra la vista del procedimiento judicial, y a veces se trata de accidente con resultado de muerte o de tetraplejia -no originada en imprudencia grave, claro está-. Con ello, con esa casi impunidad garantizada por las entidades aseguradoras que alcanzan normalmente un acuerdo económico previo, se fomenta en el conductor la irresponsabilidad en el proceder y hasta la insensibilidad en cuanto a sus consecuencias.
A lo anterior habría que añadir otros factores que agravan la criminal estadística de muertos y heridos en carretera cada fin de semana, especialmente entre gente joven (un 30 % del total y casi indefectiblemente las madrugadas siguientes a viernes y sábados) como consecuencia del permisivo consumo de drogas legales e ilegales, algo que no se remedia, naturalmente, con campañas en los medios ni con “carreras contra la droga”.
Posiblemente -aún habrá que verlo- con el actual sistema del “carné por puntos” se reduzca en algo la trágica estadística semanal, pero son otras medidas paralelas las que habría que aplicar enmarcadas en combatir algo tan genérico pero definitorio como es lo que podríamos llamar “conducta antisocial”, proceder cuyo origen hay que buscarlo en el sistema consumista en el que en parte fundamental se asienta la sociedad capitalista que explota, aliena y, por inexcusable derivación, mata. Una conducta que por ser el detritus de un plural negocio que mueve miles de millones es, hoy por hoy, imposible de erradicar. Mientras, habrá puntos a descontar y las aseguradoras incrementaran sus resultados gracias al nuevo seguro para paliar las consecuencias económicas de la retirada del carné.
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