La concepción estándar de los medios de comunicación es que estas instituciones tienen por misión formar e informar de manera crítica e imparcial al ciudadano para que este pueda tomar decisiones racionales respecto de los temas que le afecten.
En las sociedades liberales democráticas los medios de comunicación han de crear la ilusión de que actúan bajo los más grandes principios morales para denunciar la corrupción, la injusticia, el totalitarismo, etc.; que están al servicio de la verdad y que son abanderados en la crítica al poder. Pues bien, no es así. La realidad es muy diferente.
En una sociedad dominada por los negocios los medios de comunicación tienen dos funciones básicas: una es adoctrinar a las elites, es decir, asegurarse que tienen les idees adecuadas i que saben como servir al poder, puesto que la gran mayoría de estas elites pertenece a les clases dirigentes, que son las que toman las decisiones. La otra consiste en alienar i marginar al resto de la población de manera que no interfiera en las decisiones. La prensa amarilla, el sexo, el deporte espectáculo, la telebasura, etc., son los instrumentos utilizados para este fin.
Contrariamente a lo que pueda parecer los periódicos no ganan dinero directamente de la venta de ejemplares. Pierden. El interés por las audiencias es porque un aumento de éstas eleva les tarifas de publicitad.
Los medios de comunicación actúan como un negocio más, con esa lógica, la obtención de beneficios. Los principales medios, son grandes empresas y forman parte de conglomerados aún más grandes (Time-Warner, Vivendi,….Prisa, etc.) que obtienen beneficios astronómicos, forman parte del poder real y contribuyen a la perpetuación del statu quo.
Los medios de comunicación, como las empresas, tienen un producto que vender (las audiencias) i un mercado al que quieren vender (los anunciantes). De esta manera la imagen que darán del mundo, será aquella que satisfaga las necesidades de los compradores los vendedores i el mercado.
Lo que hacen los medios es tomar el conjunto de ideas básicas del sistema y presentar la información dentro de ese marco limitado al servicio del poder privado y mediante la selección, la configuración y la interpretación que se da, reforzarán estas ideas en la mente de les personas como la gama total de opiniones existentes. De esta manera marginarán i eliminarán la discusión crítica autentica i racional.
En las sociedades democráticas no es la censura directa del poder lo que asegura que los medios presenten la información dentro de un marco al servicio de las instituciones dominantes. Hoy el mecanismo es mucho más sutil y más perverso aún de lo que George Orwell escribió en el prologo de su novela “Rebelión en la granja” (una sátira del totalitarismo soviético). En él Orwell habla de la censura en Inglaterra i dice: “El hecho más lamentable en nuestro país ha sido principalmente de carácter voluntario. Las ideas impopulares, según se ha visto, pueden ser silenciadas y los hechos desagradables ocultarse sin necesidad de ninguna prohibición oficial, (…) no porque el gobierno las prohíba, sino porque existe un acuerdo general y tácito sobre ciertos hechos que “no deben” mencionarse. Esto es fácil de entender mientas la prensa Británica siga tal como está: muy centralizada y propiedad, en su mayor parte, de unos hombres adinerados que tienen muchos motivos para no ser demasiado honestos al tratar ciertos temas importantes. (...) Su origen está claro: en un momento dado se crea una ortodoxia, una serie de ideas son asumidas por las personas bienpensantes y aceptadas sin discusión alguna. No es que se prohíba decir “esto” o “aquello” es que “no está bien” decir ciertas cosas (…) Y cualquiera que ose desafiar aquella ortodoxia se encontrará silenciado con sorprendente eficacia”.
Es decir, existe todo un complejo sistema que acaba por asegurar la supresión de las idees disidentes o su marginación. En este sentido el sistema educativo i de formación profesional es un filtro que descarta a las persones insumisas, independientes, i que piensan por si solas. Quien llega a directivo, redactor jefe, articulista, tertuliano o a convertirse en una estrella mediática, lo más probable es que haya interiorizado los valores de la cultura dominante. Estos profesionales tendrán toda la libertad para decir lo que quieran, porque lo que ellos dicen es lo que el poder quiere.
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