Con la pasada reunión sobre el cambio climático en Copenhague, la COP-15, Dinamarca se cubrió de gloria al dejar escapar sin frutos una oportunidad de oro para mostrar su mejor imagen ante el mundo entero; no lo pudo hacer peor el Gobierno de Dinamarca: demasiado avión, demasiada limusina y demasiada palabrería entre los representantes de los Gobiernos allí reunidos, y muy poco compromiso para una acción decidida y común a favor del asunto que allí les reunió el pasado mes de diciembre: el clima y los problemas que nos acarrea su cambio acelerado.
Si a esto le añadimos la mucha policía que se dedicó a detener preventivamente (¿!) a más de 2000 ecologistas festivos y nada agresivos (¡en un país que se supone culto y democrático del norte de la Europa democrática!), y que repartió borra a manta y sin ton ni son, el cuadro está completo.
¡Qué va! falta lo mejor: esa policía fue incapaz de detectar a 4 miembros de Greenpeace, éstos sí, comprometidos con el clima y con la Humanidad, que tuvieron que desplegar dos pequeñas pancartas en las que pedían menos hablar y más actuar a los políticos allí reunidos para cenar opíparamente, en el centro de un edificio súper vigilado, el palacio real, para ser detectados, neutralizados, y encarcelados e incomunicados durante 21 días (fiestas de fin de año y Año Nuevo). La venganza de los impotentes; esa es la imagen que quedó de Dinamarca.
Todos somos responsables de la desorbitada velocidad del calentamiento del planeta, en relación a su ritmo natural; unos más que otros, .¡Claro! los que antes comenzaron a contaminar con su tejido industrial son ahora ricos y tienen mayor culpa y, por tanto, mayor responsabilidad. Es el Capitalismo; son los países capitalistas; son los hombres y mujeres, empresas y Gobiernos que piensan y viven en capitalista, buscando el beneficio económico rápido y particular, sin preocuparse del vecino, ni de cuidar el medio ambiente en el que se desenvuelve la vida en general y la nuestra en particular, como no sea para explotarlo y agotarlo.
Existe un consenso científico mayoritario sobre las causas de la aparición de los problemas que nos plantea la velocidad acelerada del cambio del clima: sobrecalentamiento de la Tierra por la excesiva presencia de CO2 en la atmósfera (deshielo de los glaciares y de los Polos, con el consecuente aumento del nivel de los mares y su consiguiente desalinización, crecimiento de los desiertos y otros no menores).
Existe relación directa entre la actividad humana industrial y el rápido aumento de la concentración de C02 en la atmósfera. El culpable es el modo de producción capitalista dominante y su consiguiente estilo de vida de sobre-consumo y despilfarro.
Tenemos que trabajar para cambiar esta mentalidad, estos valores destructivos de la vida comenzar una nueva forma de producción más ecológica, utilizando energías renovables y menos contaminantes, aunque descienda la sobreproducción y nuestro ritmo de vida se haga algo más pausado y lento, en pos de una Sociedad más cooperativa, participativa y responsable de sus miembros y del medio ambiente que nos sustenta, para legar a las generaciones siguientes un planeta con posibilidades de vivir, a los que tienen derecho ya que esta Tierra no pertenece a esta generación actual.
Es la hora de seguir “manos a la obra” y no sólo de lamentar la oportunidad perdida, ni de reprochar a los sedicentes líderes políticos del mundo su egoísmo nacionalista y su falta de altura y cortedad de miras frente a un peligro real para la Humanidad, según el consenso científico mayoritario.
Y es que la atmósfera no reconoce las cicatrices de la Historia, las fronteras artificiales, producidas por las guerras habidas a lo largo de la Historia, y por ahí debe venir la solución a un problema sin fronteras, ya que a todos nos afecta, en mayor o menor medida.
Visto lo visto, tendremos que seguir siendo los ciudadanos de a pie los que continuemos con nuestros pequeños gestos cotidianos a favor del medio ambiente (caminar, ir en bicicleta, utilizar el transporte colectivo, compartir el coche, reciclar, reutilizar, limpiar, cultivar flores, plantas, árboles, utilizar la energía que necesitemos cuando la necesitemos y no más, sin derrochar, a favor de la vida en el planeta Tierra, a favor de la Humanidad, hasta cambiar a esos políticos que no están a la altura de las circunstancias, y sin talla suficiente para afrontar la situación peligrosa que estamos generando nosotros mismos con nuestro estilo de vida productivo y de sobre-consumo derrochador.
Y cuando nos llegue la ocasión, buscaremos la patata donde haya mata, por si acaso, y para tener más posibilidades de encontrarla, más posibilidades de éxito, más posibilidades de vida graciosa.
Artículo publicado en El Federal Nº35
Jesús María Aragón Samanes
Jesús María Aragón Samanes
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