Nos encontramos con un libro que, aunque no escrito en primera persona, sí cumple con ese deseado objetivo: acopia datos de todo tipo del Carlismo vallisoletano y, como quien lo hace fue testigo y actor de muchos de ellos, tales datos adquieren ese sutil encanto de lo vivido, algo que se completa de manera muy eficaz con innumerables fotografías especialmente de los años sesenta y setenta del pasado siglo.
Desgraciadamente no hay mucho escrito del carlismo castellano, y así, o no parece contar, o surge en la historia, en las historias, esporádicamente, de forma anecdótica o subsidiaria. Pero ese carlismo silencioso ha contado con figuras muy conocidas, como el famoso Cura Merino, héroe de
Son estas relaciones (“relaciones”, hermosa palabra castellana de trabajos ineludibles para la historia) las que deberían prodigarse. Manuel Herrera -también por si mismo figura de la contemporaneidad vallisoletana- ha recogido con detalle toda la existencia carlista en esa ciudad, especialmente desde 1936 a nuestros días, aunque con una primera parte dedicada a la siempre necesaria y conveniente explicación del origen y principales hechos del Carlismo en general. Relaciones de afiliados, registro de actos en el circulo, desplazamiento a otros en diversos lugares, como Lisboa, o a la cita anual de Montejurra (con especial atención al de los asesinatos de 1976), presencia de miembros de
Es también muy interesante el libro por cuanto en el mismo se ve reflejada la evolución ideológica de vuelta a sus raíces populares, de concienciación tanto política como social del partido carlista, que hubo de luchar, en esa época de imposición por la dictadura de un determinado régimen y rama monárquicos, con tantas prohibiciones, persecuciones y, lo mas doloroso, con tanta traición a partir de 1976.
¡Ojala se contase, como esta de Manuel Herrera, con relaciones (insisto en la perfecta denominación) de todos los carlismos!. Sí, así, “carlismos”, porque en cada lugar, en cada época los carlismos han sido diversos y la razón de esa fértil diversidad es siempre la misma, que el Carlismo es pueblo y responde a las características, reivindicaciones y anhelos populares de cada lugar. Esa fue siempre su grandeza, también el secreto de su supervivencia hasta nuestros días, pero –y quizás- la razón de sus desdichas propias y la fuerza de su contra ante las venidas del poder.
Manuel Herrero Bravo, 386 págs, Biblioteca Popular Carlista, M. 2008, 15 €
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