La caracterología, la realidad de este país ha sido siempre, es, abocadora a la depresión.
En las dos confrontaciones televisivas entre los dos cabeza de lista para las últimas elecciones generales, quedó reflejado el mayor mal de nuestra clase política: la mediocridad.
Ni Rodríguez Zapatero, ni Rajoy, dieron la talla absolutamente en nada. Ni la primera ni la segunda vez. Aquello constituyó un claro desprecio a la ciudadanía, no imputable a los propios candidatos que se median ante las cámaras, sino a los partidos que los habían designado como candidatos, y previamente como sus Secretarios generales. Todo lo que se dijo fue gris, pero también cabía cualquier otro calificativo como el de vulgar. ¿Era así, o simplemente se despreciaba a la audiencia que veía y escuchaba?.
No propusieron nada nuevo, imaginativo, sino que repitieron agravios que ya a nadie interesaban, entre otras cosas porque eran las mismas rancias vulgaridades que en las tertulias políticas de las diversas cadenas día a día se echaban a la cara mediante técnicas de tele basura unos cuantos periodistas (siempre los mismos) que a su vez repetían iguales argumentos que antes habían escrito en columnas de colaboración diaria o en artículos de opinión.
Era vergonzoso comprobar, en ese “cara a cara” televisivo, como el aún presidente del gobierno prometía hacer, si era elegido, aquello que en cuatro años de presidencia ni tan siquiera había apuntado, y a Rajoy, Secretario General del principal partido de la oposición, acusar a Zapatero el no haber hecho aquello que su partido, el PP, tampoco había tenido tiempo de tan siquiera iniciar en ocho años de presidencia de Aznar.
Cuando González llegó al poder, Alfonso Guerra pronunció aquella frase que desde entonces se convirtió, si no en
Es triste que se hayan perdido cuatro años mas en una pugna, además de estéril frustrante, desatada por el PP cuando en 2004 perdió las elecciones –parecía que le habían robado lo “suyo”, lo que ya consideraba de propiedad permanente- cuando inició una campaña de “acoso y derribo” propiciada por el sector mas duro e impresentable del partido, una campaña que les había dado resultado cuando en 1996 Aznar logró el poder, pero aquél era un tiempo distinto, con un Felipe cansado (¿recuerdan su desgana en los enfrentamientos televisivos?) ante la avalancha de corrupción y miserias internas de su partido. Ahora, hace cuatro años, no era lo mismo, y los ciudadanos hemos presenciado estupefactos como al ser convocadas las elecciones seguía, por ejemplo, sin resolverse, sequía tras sequía, en 22 años, los problemas del agua, o como un progresista Código Penal deja en la calle a todo tipo de criminales, también como una nula política inmigratoria va profundizando la discriminación y el racismo, sin olvidar como un falso “progreso” inmediato en los municipios ha creado una economía falsa, artificial y corrupta, tan endeble que al primer estornudo bursátil se viene abajo en un país de mas que de servicios servil, según diseñó Fraga hace 45 años, un país en definitiva que quería estar en el G 8 pero con el que ni se cuenta cuando los cuatro grandes europeos se reúnen, y que a las pocas semanas de lo que decimos se anunciaba que había pasado del octavo puesto mundial al once como potencia económica ya claramente sobrepasado entre otros por China e India (Italia se mantiene)..
Y lo peor es que no hay recambio. Ni el señor registrador de Santa Pola tiene capacidad para liderar ni tan siquiera su propio partido, ni en el PP –todos sus barones de gran formación y aspirantes a ombligos de mundo- van a dejar de navajearse. Imaginemos, sin ir mas lejos, que
Ahora el “éxito” de Zapatero ha sido incrementar los ministerios. Ha creado, sin ir mas lejos, el de “Igualdad”, pero vamos a ver ¿no hace muy poco tiempo que, con absoluta sensatez, se decía que había materias que no necesitaban de una especificad de departamento porque con solo aplicar en cada ramo y mediante la legislación existente lo ya legislado era bastante?, ¿ha cambiado en meses ese criterio?. Ahora se acuerdan de crear un ministerio de “Trabajo e Inmigración”, pues bueno, pero el prestar la debida atención al fenómeno migratorio era clamorosamente necesario; quien haya leído la “Propuesta Programática del Partido Carlista” comprobará que proponíamos la creación de un especifico Ministerio de Migraciones “en estrecha colaboración con los de las áreas de Trabajo, Sanidad, Vivienda e Interior”, o sea que al fin han caído en la cuenta, pero lo hacen al revés, lo hacen mal, porque para ellos la emigración es un problema añadido al del trabajo, con lo que al no dar la entidad que el problema requiere, la inmigración es tema tan solo para una Dirección General de ministerio.
Dejamos a propósito para otra ocasión el maltratado asunto de la conformación territorial del oficialmente llamado “Reino de España”, en el que todos los partidos sufren el que podíamos llamar “síndrome de la claudicación”. Todos quieren abordar el problema, es decir, saben que se necesita modificar la constitución, y que en base a ello se podría intentar algo más. Todos volverían a sentarse, pero ninguno quiere que se le señale con el dedo, todos para que seguir mas, están con las puertas abiertas y conocen lo que en definitiva mas tarde o mas temprano habrán de tratar, pero nadie quiere que el otro le señale con el dedo, todos, cuando van a doblar la esquina miran atrás por si alguien les ve; todos quisieran ser Tony Blair, pero son unos mediocres y no se atreven.
¿El problema de este país, el problema de los españoles?. Acudiremos a un viejo chascarrillo de circo que parafraseamos de lo que concluían dos inteligentes payasos en un interminable acertijo:
“…¿pero esto qué es?
La mediocridad, estúpido, la mediocridad”
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